Esas pequeñeces que te hacen ver que estás en otro país: el supermercado

Vivir en otro país significa ver, oir y experimentar muchas cosas diferentes. Una perogrullada, lo sé. Aparte del idioma, las matrículas, etc, hay pequeños detalles que desafían lo establecido para un españolito como yo. Por ejemplo, los huevos. En España el cómputo del producto aviar sigue un sistema numérico duodecimal (base 12): media docena, una docena... no sé por qué, pero compramos los huevos con base 12; no tenemos yardas, galones ni onzas, pero tenemos docenas. Sin embargo, en Alemania existen packagings de 10 huevos, y lo que no es menos extraño, AÚN TIENEN HUEVOS BLANCOS que, para más inri, a veces vienen mezclados con los rubios, como si los que los ponen en las cajitas fuesen ciegos.

Aquí no había huevos rubios, pero juro que sucede

"10 huevos frescos de gallinas en libertad", o algo parecido

Al lado de casa hay un einkaufszentrum (o centro comercial) que consiste básicamente en 2 supermercados: Aldi y Edeka. El primero viene a ser como un Dia/Mercadona, y el segundo, un Caprabo. En el Aldi todo es marca blanca, tiene poca oferta de cada cosa y está más desorganizado. Los productos están empaquetados en sus cajas y si encuentras una vacía la puedes usar para llevarte la compra a casa, sin usar una bolsa. Las cajeras (creo) cobran en función de los clientes atendidos, eso significa que tienes que ser rápido cuando te toca el turno: según cobra las cosas las metes otra vez en el carrito y pagas, y LUEGO te apartas y lo metes todo en las bolsas. Parecerá una tontería, pero cuando te tomas tu tiempo en la caja en poner todo en la bolsa te miran muy mal (y no me gusta que 
me miren mal; además, aún no domino el arte de la ironía en alemán). 
Máquinas. En el Edeka hay una pantalla táctil donde eliges o cuchillas de afeitar o tabaco. Eliges la marca que quieres y te sale un papelito con un código de barras que te cobran en la caja, luego vas a otra máquina que te lee el papelito y el paquete (de 18 o 19 unidades) cae por el conducto normal. Cuando acabas una botella de lo que sea, la llevas a otra máquina que hay y te devuelven el dinero del casco -8 céntimos si es cristal y 25 si es plástico- en forma de papelito con un código de barras, que te supone un descuento en la caja. Eso del casco es el pan de cada día y se llama pfand. Cuando pides algo en un bar, casi siempre te cobrarán 1 o 2 € de más en concepto de pfand, que te devuelven cuando devuelves el vaso o botella y la ficha que te han dado. ¿Se entiende?
Muchas cosas como el pan, la cerveza o la leche tienen miles de variantes (recordemos que todo viene etiquetado en alemán), y uno a veces se pierde; aparte, muchas de esas variantes contienen sabores que a uno le parecen inverosímiles: gambas al curry, queso picante o pan de cebolla... A los alemanes les gustan los sabores fuertes y el agua con gas, es un hecho incontestable, tanto como que el 80% de los anuncios de la TV son de comida, el 10% de telefonía o internet y el otro 10% de tintes de pelo.
Cosas que se echan de menos: el aceite de oliva SUAVE, el jamón como Dios manda, el café hecho de café, cayena que pique, ajo con sabor a ajo y un largo "etc" (que por cierto en alemán se dice "usw", und so weiter: "y así en adelante").
Dejo este post para acabar las albóndigas que buenamente he podido hacer.

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